El trabajo en plataformas crece pero de forma precaria
Por Manuela Herrera
La OIT y la CEPAL lanzaron un informe que permite conocer más sobre el impacto de la pandemia en la economía y los mercados laborales regionales durante el 2020.
Este mes de junio fue publicado “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe”, un informe semestral elaborado en forma conjunta por la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Oficina para el Cono Sur de América Latina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En esta edición se analizaron particularmente las consecuencias que tuvo la crisis provocada por la pandemia de Coronavirus.
De acuerdo a esta publicación, esta situación “agudizó el desempeño insatisfactorio que ya presentaban los mercados laborales de América Latina y el Caribe”. Esto se traduce, principalmente, en algunas cifras: en primer lugar, el PBI regional se contrajo un 7,1% -tratándose de la mayor contracción en el último siglo-. La desocupación regional alcanzó un 10,5% y la tasa de ocupación regional experimentó una caída de 5,5 puntos porcentuales. En el segundo trimestre del año, momento en el cual se implementaron las medidas de aislamiento, la tasa de desocupación creció 2,7 puntos porcentuales.
Sin embargo, el análisis presentado en el informe profundiza aún más y muestra otra realidad digna de ser tenida en cuenta: en el 2020 se dio un profundo aumento del trabajo en plataformas digitales. Algunos de estos trabajos se desarrollan en empresas con formatos tradicionales por trabajadores asalariados, pero la digitalización también genera nuevos modelos de negocio para los cuales las plataformas digitales son una herramienta clave y a partir de ello surgen nuevos trabajos que se realizan de manera digital, ya sea local o globalmente. Las condiciones en las que se desarrollan suelen ser heterogéneas, aunque tienen ciertos rasgos en común: generalmente presentan características que no cumplen con los criterios de trabajo decente y sus relaciones laborales no son las del trabajo asalariado, así como tampoco las del trabajo por cuenta propia, lo que lleva a que en la mayoría de los casos la legislación laboral no cubra estas relaciones. “De esta manera, si bien estas modalidades representan nuevas oportunidades laborales, tienden a contribuir a una precarización del mercado laboral”, asegura el informe de la OIT y la CEPAL. Y agrega que el peligro no solo radica en la disminución de la calidad del empleo, sino en la percepción de estas malas condiciones como algo habitual en los mercados de trabajo de América Latina.
Para poder profundizar el análisis sobre el trabajo en plataformas digitales y sus características precarias, resulta bueno tener en cuenta el concepto de trabajo decente planteado por la OIT y adaptado por las Naciones Unidas en el marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Este abarca cuatro dimensiones básicas: las normas y los principios y derechos fundamentales en el trabajo, la creación de empleos e ingresos dignos, la protección social para todos y el diálogo social efectivo. Para decir que existe una precarización en los trabajos en plataformas digitales es necesario observar en qué grado esta modalidad de trabajo se alinea con las dimensiones planteadas.
- Oportunidades de empleo: constituyen una de sus principales ventajas. Generalmente estas oportunidades son aprovechadas por los jóvenes. En los países que presentan una migración laboral reciente significativa se observa un elevado porcentaje de inmigrantes entre los trabajadores de plataformas de ejecución local.
- Ingresos adecuados y trabajo productivo: las personas que trabajan en las plataformas generalmente deben dedicar tiempo no remunerado para llegar a poder realizar tareas pagadas. Si bien en algunos casos los ingresos son elevados -principalmente en plataformas de ejecución global-, se reducen al tener en cuenta estas horas no remuneradas necesarias para el correcto desarrollo del trabajo.
- Horas de trabajo decentes: generalmente existe una diferencia entre los trabajadores de plataformas locales y globales en cuanto al tiempo que invierten en estos trabajos. Los primeros dedican más tiempo, porque habitualmente este empleo constituye su actividad principal. Los segundos dedican un tiempo menor, aunque en ocasiones preferirían trabajar más horas.
- Estabilidad y seguridad del trabajo: como no suele otorgarse un contrato de trabajo -sino contratos de servicio o documentos con condiciones de la plataforma- no se accede a la protección que brinda la legislación laboral a los empleadores asalariados. Esto lleva, por ejemplo, a que el trabajo y los ingresos resulten inestables.
- Conciliación del trabajo y la vida familiar: normalmente existe una cierta flexibilidad en la elección de horarios, sobre todo entre los trabajadores que realizan tareas de ejecución global -aunque esto puede llevar a que se trabaje en horarios nocturnos-.
- Igualdad de oportunidades y de trato en el empleo: las mujeres generalmente están sub-representadas en estas plataformas. Por ejemplo, en Argentina la participación de las mujeres en las plataformas de ejecución global es de un 33%.
- Entorno de trabajo seguro: en algunos trabajos se dan malas condiciones de higiene y un elevado riesgo de accidentes y asaltos.
- Seguridad social: la mayoría de las plataformas no se responsabiliza de la protección sociolaboral de sus trabajadores.
- Diálogo social y representación: si bien las plataformas favorecen la individualización del trabajo, porque suele desarrollarse de forma separada espacialmente, hay iniciativas para superas este aislamiento -como, por ejemplo, foros digitales-.
Todo esto deja en evidencia la necesidad de crear marcos regulatorios adecuados para proteger los derechos laborales de quienes trabajan en plataformas digitales.
Otro efecto negativo que se desprende de la pandemia es el mayor impacto que tuvo en la ocupación y participación femenina. Tanto la tasa de participación como la tasa de ocupación -comparando 2019 con 2020- experimentaron una mayor contracción en el caso de las mujeres que en el de los hombres: la fuerza de trabajo se contrajo un 5,0% en los hombres versus un 8,1% en las mujeres; y la ocupación, un 7,2% en los hombres en comparación con un 10,2% en las mujeres. Esta enorme reducción en la participación regional femenina representa un verdadero retroceso: en 7 de los 16 países analizados, la magnitud de la contracción de la tasa de participación de las mujeres en 2020 fue más significativa que los incrementos de la tasa de participación entre 2019 y 2012.
Algunas categorías de ocupación sufrieron más las consecuencias de esta crisis que otras. El servicio doméstico fue la principal de ellas, con una caída en su ocupación del 20,1%. Esto significa que en esta categoría de alto nivel de ocupación femenina, una de cada cinco trabajadoras perdieron su trabajo. A su vez, dentro de las ramas de actividad la más afectada fue la hotelería, con una contracción en su empleo del 19,2%. Fue seguida por la construcción (11,7%), el comercio (10,8%) y el transporte (9,2%).
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